domingo, 31 de octubre de 2010

Bocca di rosa

Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver… palabras sabias de mi querido Sabina, que sin embargo tuve que romper. Supongo que tratar es un concepto y conseguir otro… Yo conseguí volver, y antes de lo que hubiese imaginado. Fue, eso si, mi cura y mi enfermedad.

Volvimos a encontrarnos, aquellos metros de Madrid y yo, volví a recorrer a una velocidad duplicada los suelos de Barajas, aquellas esperas, el nerviosismos de “Y si mi maleta no logra entrar en los barrotes de esa pequeña prisión de medidas precisas…” y antes de que pudiese darme cuenta estaba de nuevo volando a Bologna, increíble… de nuevo a la altura de mi cabeza… entre las nubes.

Como esperaba, Bologna me esperaba con un abrazo de nubes grises y su cotidiano cielo encapotado. En cualquier caso, recuerdo mi sonrisa. Esa sonrisa nerviosa, con halos de alegría y ansiedad, el cielo podría estar gris, pero a mí no me lo parecía.

Verte, sin embargo, fue una sensación que supero todo lo demás, como cuando despega el avión pero 100 veces más fuerte, verte de nuevo hizo que todo mereciera la pena. Se pueden sentir tantas cosas en tan poco tiempo… miedo, dudas, alegría, impaciencia, deseo, felicidad, melancolía y tranquilidad… porque ya no te tenía que echarte de menos.

Han pasado ya 2 semanas y media , y no es que no tenga recuerdos ahora o no tuviese tiempo aquel 20 de octubre cuando volví a pisar el suelo de Madrid, cuando volvi a Salamanca, cuando el viaje había terminado. Simplemente no soy capaz de romper mis recuerdos con palabras, porque no creo que las palabras alcanzasen la altura de los recuerdos. O con sinceridad, simplemente dolería.

La piccola casa, jugar a indicio de nuevo mientras recorríamos las autopistas de Italia, la cena en la casa Pallacci, la palabra de Gesù, Moretti, los conciertos de guitarra y los conciertos catalanes, las comidas en casa de Mauro, el vino de botella, el frio asfalto de piazza verdi… blablablabla… pero siempre los recuerdos porticados, los viajes en moto atada a tu cintura, las lágrimas que Bologna no veía, tu piel, tu olor y tu sabor… porque son los únicos sentidos que siempre me reservaste.

Succede solo a Bologna. (Y aunque me empeñe en buscar en otra parte, hay cosas que no se repetirán jamás)


"...cuando vuelves allí encuentras todo en su lugar. Hasta que te marchas"